Este es el rey de los judíos, escrito en latín, en griego y en hebreo para que todos se enterasen, para que todos nos enteremos.
Miramos la cruz y en ella vemos a nuestro Señor, a nuestro Rey enseñando, también desde dolor, la soledad y las burlas que le hacen.
Jesús acuérdate de mí, no sólo cuando llegues a tu reino,
acuérdate de mí ahora, en esta tierra en la que habito,
en este valle de lágrimas en el que vivo.
Acuérdate de mí, dame tu consuelo en este tiempo, tu fortaleza,
tu presencia en este pan bendito, tu cuerpo glorioso,
alimento de mi alma.
También desde la cruz nos enseñas que reinar es servir.
Servir en tu Reino, ese reino que ya ha comenzado,
ese reino que no tendrá fin.
Reino de paz y justicia, de vida y verdad,
Reino de amor y de gracia que habita en nosotros.
Sirviendo es la única manera de reinar.
Ayúdame a servir amando y a amar sirviendo.
Ayúdame a dar, a darme, para poder recibir, recibirte.
Ayúdame porque me dejo llevar por el ambiente, a veces tan lejos de ti, ambiente que me confunde y no llena mi vacío.
Servir a tu reino, servir a tu reinado, servir al Rey y los hermanos.
Tú, Jesús, mi Rey y Señor, principio, centro y fin de mi existencia.