Meditación de la Semana
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
Soy Señor, tu hijo pródigo, el que malgasta sus bienes lejos de la casa del Padre, lejos de la gloria del cielo.
Pero enviaste a nuestro hermano Jesús para acompañarme en el camino de vuelta a casa.
Él se ha vestido con mis harapos, es el primero que llama a tu puerta, detrás de Él voy yo, y me sorprende tu amor, tu ternura, tu misericordia, tu perdón, que ciertamente son eternos.
Jesús que no conocía el pecado, y se hizo pecado por mí.
Con el sacramento de la Penitencia me vistes con la mejor túnica, me pones un anillo en la mano, sandalias en los pies, y me dispones a comer en tu banquete, Padre, donde, me alimentas con el Pan que da la Vida, Tú mismo Hijo, donde encuentro el amor que había perdido.
Sí, he pecado, y seguro que volveré a pecar, contra el cielo y contra ti. Y a pesar de ello no dejas de llamarme hijo tuyo, y yo no dejo de proclamar la grandeza del Señor, porque me escuchas y me salvas de mis angustias.
Gustad y ved que bueno es el Señor