Meditación de la Semana
Quinto domingo del Tiempo Ordinario

Ser luz, ser sal, para ver y saborear.
Ser luz para como el fuego consumirme en alumbrar y calentar a los demás.
Como sal, deshacerme dando sabor a otros.
Ser salero de la vida. Candela en el camino.
Como sal dar gusto a tantas situaciones amargas, como luz poner ilusión donde existe desesperanza, tristeza.
Como luz acompañar al que está solo, como sal conservar tu presencia para los demás.
Gracias, Padre, porque me destinas con Cristo a dar sabor a un mundo insípido, áspero y desabrido, a una vida devastada por el egoísmo y la mentira.
Gracias por esta confianza. Pero es misión difícil, la de ser sal sabrosa y necesaria que actúa desde dentro sin ostentación, sin hacerse notar, en la medida justa.
Cambia mi tiniebla en luz, mi noche en día, para irradiar gozo y paz, esperanza y optimismo.
Que tu palabra y tu presencia eucarística sean luz en mi caminar
Ayúdame, transfórmame con tu Espíritu para que no guarde para mi tu sal y tu luz.
Que vean mis buenas obras y ten gloria, Padre del Cielo.